martes, 7 de septiembre de 2010

Bedtime story

Another night and she’s still away. I just cannot remember when she really left.

I can see her picture from here. It remains up there on the table. It looks like it was taken thousands years ago. Nevertheless, time seems to forgive that picture.

It is a quiet night. But it’s really cold.

Yes. It is a quiet night. That’s why I sleep here, under the bed. So I will not disturb her in her sleep, wherever she is.

De Ymath y Aramat (Parte 7)

Ymath despertó con los músculos entumecidos, mareado y con la boca seca. No recordaba bien lo que había ocurrido. Oscurecía. Fhen se acercó a su rostro y lo llamó por su nombre. Entonces comenzó a recordar, la ira se apoderó de su espíritu. Se levantó y se abalanzó sobre el lobo. Pero sus piernas no respondieron del todo bien, dio un traspié y cayó de bruces contra el suelo. El lobo se apartó y lo dejó caer para protegerse de su ira. Tenía que hablarle sobre sus orígenes, sobre Myrvadiel y los lazos de sangre que lo unían con la Dama del Castillo. Ymath se levantó de nuevo, los ojos llenos de lágrimas y el corazón de dolor. No podía dañar a Fhen, pero tampoco podría perdonarle. Entonces Fhen le habló.

- Sé que te sientes traicionado mi buen amigo, pero todo tiene su razón. Sólo te pido que me escuches. Si cuando termine, todavía el odio aguijonea tu espíritu, puedes destruirme. Pero déjame decir aquello que debo decir.

Ymath accedió. Entonces Fhen le habló de la casa real de Myrvadiel. De la ley impuesta por Aklon, último Señor del Castillo, cuyos hijos varones se dieron muerte entre sí, para decidir quién sucedería a su padre en el trono. Desde aquel tiempo sólo las mujeres heredaban el dominio sobre el Castillo y sus poderes. Los hijos varones de la casa real eran asesinados al nacer. Pero la madre de Ymath no soportó el dolor cuando debía cumplir con la ley de Aklon. Encomendó al padre de los gemelos que lo dejase en las laderas de los montes de Pyr. El hombre accedió, pero únicamente bajo la condición de ser transformado en una bestia que pudiera acompañar al niño, protegerlo y asegurarle el sustento. Sin embargo, su vida dependía de la suerte de los gemelos. La muerte lo atraparía cuando alguno de los dos abandonase el mundo. Fhen era el padre de Ymath y su hermana gemela, Aramat, era la Dama de Myrvadiel. Su alma se hallaba guardada en el vientre del Guardián, un tháleka de alas negras.

Ymath no estaba preparado para aquellas noticias. Se había acostumbrado a ser un hombre libre y solitario. Unicamente responsable de su sustento y de acompañar a las Tyëninn durante el verano. Ahora su hermana estaba amenazada por un maligno hechicero. Su padre había sido un gran Señor, pero ahora era un viejo lobo gris que podía morir, si Aramat o él mismo fallecían. En su familia también habitaba la magia.

- No soy parte de ese destino- dijo finalmente.

- Si lo eres- le repuso el lobo.

- No! No lo soy!!

Piernas de sauce se incorporó y comenzó a caminar hacia las alturas de Pyr. Fhen no intentó detenerlo. Sabía que había fracasado.