La travesía se había hecho larga. La ruta era más difícil de lo que se pensaba. Uno tras de otro los camiones viraban a la derecha, luego a la izquierda y seguían el sinuoso camino como en procesión. La mayoría había olvidado por qué había empezado el viaje. Pocos recordaban la ruta de regreso, pero a ninguno realmente le importaba llegar. Lo importante era seguir viajando.
Se ha dicho innumerables veces que el conocimiento humano es inconcluso, errático, perfectible y, luego del tránsito de Albert Einstein sobre la Tierra, relativo. Largas horas de trabajo filosófico y meditación epistemológica, jornadas completas de discusión entre grandes sabios, libros escritos por expertos en el tema, nos han hecho saber algo difícil de aceptar para unos y demasiado complejo para otros: El conocimiento que decimos tener sobre las cosas, los animales, los fenómenos fisico-químicos, el dinero, el aparato digestivo, las ideologías y la mente humana, no es tal, es sólo una aproximación más o menos acertada a la "esencia" de la realidad que nos circunda. ¿Es esto cierto? ¿Serán acaso trampas creadas por los sabios para no dejarnos acceder a su terreno? ¿Es lo ignoto algo privilegiado, o es la manera de dar privilegios a los "hombres de ciencia"?¿Puede negarse un gran mago a transmitir a sus aprendices el secreto del arte arcano o preferirá que la magia no se pierda con su desaparición? Quizás nada de esto importe, pero es una buena manera de luchar contra el aburrimiento y la ignorancia.
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