Sun was darkening. There were no leafs, there were no caterpillars and hunger was pressing. Finally he made up his mind. He devoured the child he was taking care off in the last few days. The meat was tender and with some unpleasant sweet taste. But he could not take it anymore. He threw up. Hunger disappeared. The light turned grey and dry. Hunger came back. His throat became witness of his anger and never swallowed again. His skin started to dry up and he did not move anymore.
miércoles, 31 de marzo de 2010
Hunger (English version)
Skavenger
lunes, 29 de marzo de 2010
Sag Ymath enyë Aramat (Parte 2)
Ymath vivía en los montes de Pyr, al sur de Myrvadiel. Vivía sólo. Un gran lobo gris era su única compañía. Juntos cazaban para sobrevivir y protegían el lago de las Tyëninn.
Ymath era alto y poderoso. De mayor talla que cualquier otro hombre, era capaz de vencer a un gran oso pardo con sus brazos como únicas armas. Una gruesa piel de doonta cubría su cuerpo y usaba un gran cuerno para anunciar su llegada. Su cabello era negro y grueso, y le cubría casi toda la espalda. Su barba era también negra y su piel dura como la corteza de un roble. Las gentes de Luadan lo llamaban "Piernas de Sauce" y decían que la fuerza de cinco caballos briosos no era suficiente para moverlo de donde estuviera de pie.
- Que lo haga- pensó Ymath. No son mis asuntos. No soy un guerrero.
El moribundo
domingo, 28 de marzo de 2010
Alcance
No es tu irresistible tendencia a la mentira. Ni la falsedad de tus juegos y costumbres. Tampoco el vacío pobre de tus ojos.
sábado, 27 de marzo de 2010
Mymlarth morëri (Canto de Mymlarth)
Desgarrante
jueves, 25 de marzo de 2010
La clave del día
El frío se entromete en cada paso torpe e inesperado. Espero la mutación que me permita salir de la prisión repetida y sin rejas. Cada alegría se paga con penas aumentadas y el reloj se cierne cada día como cuentagotas de la desesperación pertinaz que me seduce y me hace transigir como conforme. No puedo salir, no puedo entrar, ya no se para que hacer lo uno o lo otro. No hay rejas, pero simplemente no hay entrada y no hay salida. Unicamente hay soledad.
miércoles, 24 de marzo de 2010
SAG YMATH ENYË ARAMAT (De Ymath y Aramat) (Parte1)
Luego de la rendición de la ciudad de Tlöe, los ejércitos de Uruwya se dedicaron a destruir y saquear. El valle de Korë fue arrasado. Las villas y los sembradíos fueron incendiados y muchos murieron. Allochar y algunos de sus hombres lograron huir hacia los bosques del Norte, pero pronto el hambre y las fieras fueron mermando su número y su espíritu.
Llegó el invierno. Uruwya seguía enviando sus ejércitos a estrellarse contra los muros de Myrvadiel. Los guerreros comenzaron a odiar a su soberano, y en sus espíritus engendraron el deseo de asesinarlo. En primavera se produjo una gran rebelión y el propio Uruwya tuvo que tomar el mando de las tropas leales para someter a quienes en otro tiempo habían sido sus mejores capitanes. Los prisioneros fueron desollados vivos y las cabezas de los jefes rebeldes - entre ellas la del hijo menor de Uruwya - colgadas de las murallas de Tlöe.
domingo, 21 de marzo de 2010
Equinoccio (12 años de Lunas)
sábado, 20 de marzo de 2010
E-timo-lógica
Divinidades
Que mi nariz escarbe tus tejidos
Y que mis labios se empañen con tus humores.
Quiero acurrucarme en tu aroma y permanecer estático,
Detenido,
Insomne,
Ausente de mi conciencia.
Rendirme a tu cabello y a los secretos de tu risa
Para inmolarme a tu salud, diosa de la muerte.
Dáctila
Qué hacer con los dedos
Si están fundidos al piso
Si tocan la vida y mueren
En la soledad de un bolsillo
La lluvia es como tus pisadas
La lluvia es como tus pisadas, gota a gota, repetidas, alejándose una a una, diez mil veces en la distancia circular del borde de mi desierto
Negativa manifiesta
No a la amistad. No a la cercanía timorata y al gusto sublimado. Quiero sangre agolpada y torpe discernimiento, quiero fuerza e irreverencia. Quiero mucho tiempo y poco espacio, distancia mínima de regateo dérmico.
Me empeño en más boca y menos palabras. Reniego de la simpatía y la solidaridad si entorpecen a la pasión y el desenfreno. En fin prefiero rendirme a tu aroma y tus manos menudas. Me atrevo gustoso a declararme incompetente para manejarme socialmente con tus encantos.
En teorías
Cómo sobrevivir al día con una vida de futuro atado, pero aún incierto
Cómo sobrevivir con un presente ensombrecido por la fatiga y el desasosiego, de no saberse sólo o abandonado, triste definitivo o alegre por renacer
Cómo saberse lo suficientemente anónimo como para pasar desapercibido a las parcas y partirle la cara al destino antes de que te alcance
Cómo seguir ocultando la pena y aguantando los todavía y los ya no importa que, uno tras otro, parecen demostrar que la soledad y la amargura siguen siendo la única solución a las idiotas risotadas de los lugares comunes
LA COLINA DE ATHALOCH (De un manuscrito encontrado en las ruinas de Akhen-Doi)
Llegó al pie de la colina. Ahí lo esperaban los siete truenos de Gryna. En perfecta formación, los hijos de la muerte lo invitaban a cometer una imprudencia. Lanzarse sobre ellos significaba caer en una trampa segura. Era necesario esperar.
(Frase ilegible).
De todas maneras, la muerte era el más seguro desenlace al enfrentarse a aquellos seres semi-humanos de mirada rojiza y aliento nauseabundo. Los siete truenos le habían esperado toda la noche. Su misión era destruir a aquel muchacho de ojos coléricos y carácter huraño que había osado retar la voluntad de la diosa.
Athaloch abandonó su hogar al ver el incendio de la ciudad de Tloe, a la que nunca llegó a acercarse.
(Trozo ilegible que termina con "... la ira de la diosa del mundo oscuro").
Su destino era otro y se encontró con él en una villa cercana al Leigh Daar. Los truenos de Gryna habían convertido un floreciente valle en un yermo maloliente. La gente moría de hambre y pocos niños sobrevivían después de los cuatro años. Muchos nacían deformes. Pero la gente de Khela no se rendía. Estaban empeñados en no abandonar su hogar y preferían morir en la tierra de sus padres que escapar de los siete demonios que los acechaban día tras día.
Allí en Khela, Athaloch comprendió que su deber era ayudar a aquella gente. Luego de muchos años conviviendo con los lobos de los montes de Gwyrd, había comprendido lo que era la solidaridad entre hermanos de raza. Además su voluntad ya no le pertenecía. La había extraviado en los ojos de una joven de Khela. Thenay-Lu era hermosa, la más hermosa criatura que pudiese habitar en el mundo. Su corazón se enterró en Khela apenas la vio, una tarde de verano cuando cruzó las puertas de la villa.
Athaloch dió una palmada al caballo. El noble bruto estaba sudoroso y tenso. Y su último pensamiento voló hasta ella. Luego desenvainó su espada. Tomó el hacha de guerra en su mano izquierda y alzó ambos brazos. Era la señal esperada. Los siete truenos aullaron y se abalanzaron sobre él.
Tres días después llegaron doce hombres de Khela. También llegó Thenay-Lu. No había sangre. No había huesos ni señales de violencia. Sólo encontraron un gran Lobo Gris gimoteando sobre una espada rota. Nadie volvió a ver a los siete truenos y, con el tiempo, la tierra se fue recuperando. La gente de Khela volvió a cultivar. Thenay-Lu se fue a vivir a una colina cercana. Construyó una cabaña con ayuda de los niños de Khela y ahí esperó su ultimo suspiro, acompañada por Garrna, el lobo gris que encontró donde esperaba hallar los restos de Athaloch. La gente de Khela comenzó a llamarla la señora de Athaloch-Mawr, la colina de Athaloch.
Nada se supo sobre el destino final del joven montañés, pero la gente de Khela asegura que todos los años, cuando comienza el otoño se escuchan los gritos de guerra de Athaloch, luchando contra los siete truenos de Gryna.
Como Irlanda (Para Yaneth)
Pero cómo moler un témpano con los dientes? Cómo enfrentar una espada contra un batallón de lanzas fantasmales?
Prefiero pensarte como Irlanda, de prados verdes y montañas duras, frías y ásperas. Donde a fuerza de traiciones la esperanza se esconde al filo de los acantilados, hermanada al más voraz de los vértigos.
Te pienso como una isla casi inexpugnable, alejada. Rodeada de brumas y mares violentos. Me atrevo a imaginar que podré atar a ti mi destino, que podrás aceptar mi vida como obsequio y brindarme la ciudadanía en tus afectos. Qué querrás algún día confiar en mi brazo para combatir el miedo, que dejarás que la luz de mi garganta brille sobre tu geografía con fulgor de oro nuevo, para hacer de tus crueles y atormentadas rocas un prado más sereno. Si no es así, quiero morir incinerado en tus ojos, como un miserable cuervo.