de hechizo y odio salvaje
el ardor incineró en un instante
lo que antes días fue caro celo
se disipó bajo el cielo
lo que mis ojos más desearon
de ver los tuyos abiertos
sólo dos cuencas quedaron
para anegarse en mi llanto, que llora
vacías y aterradoras,
de verte como no puedo
Pero mi lágrima es sombra
y se desvanece en el tiempo
mientras tus dientes florecen
contra la ceniza,
tercos
y así convertida en tizón
que sólo suplica entierro
tu sonrisa como hacha ardiente
eternamente ríe al cielo
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